miércoles, 5 de marzo de 2008

3. Medidas para la integración (las empresas ganan a los políticos)

Los debates electorales entre José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy no fueron foros en los que se explicasen medidas sociales para la integración con y de los inmigrantes. Ambos candidatos, en su disputa por el voto indeciso, al que visualizan como xenófobo, prefirieron mostrar una actitud beligerante ante la inmigración irregular, explicando que no se realizarán nuevas regularizaciones, que se combatirá la entrada por vía irregular y presentándose (ambos) como los campeones de la expulsión.

Me despierto, sin embargo, hoy con un anuncio de radio de una Caja de Ahorros local empleando como principal argumento publicitario que orienta su obra social hacia los inmigrantes. Esa misma Caja de Ahorros, junto con otras que actúan en mi provincia, señalan públicamente que los inmigrantes, a quienes prefieren llamar "clientes internacionales" protagonizan las altas de nuevos clientes. Las cajas y bancos se han preocupado igualmente por desarrollar servicios específicos para atraer esta nueva clientela (como la posibilidad de enviar remesas a través de los cajeros electrónicos) y abren continuamente oficinas en las que se aumenta el número de empleados capaces de atender en múltiples idiomas.

Del mismo modo, observo como las campañas publicitarias de compañías de telecomunicaciones se dirigen de forma explícita a estos nuevos mercados. Por su parte, líneas áreas como Iberia consiguen beneficios, gracias entre otros factores a las rutas de radio largo en especial con América Latina (frente a las pérdidas de pasajeros en los vuelos domésticos).

El negocio inmobiliario, mucho más frío que hace unos años, empieza a realizar estimaciones sobre el número de viviendas que pueden vender a población inmigrante, y a contratar como comerciales a inmigrantes que sean capaces de llegar a la clientela de distintas nacionalidades.

Por su parte, las compañías de televisión de pago (satélite y cable), añaden progresivamente a su oferta nuevos canales a la búsqueda de clientes latinos, de Europa del Este, árabes, incluso orientales.

Las radios y algunas televisiones abren espacios y programas pensados específicamente para esta nueva audiencia. Incluso la prensa escrita, desarrolla nuevas secciones, en especial en sus ediciones digitales, para llegar al inmigrante.

Los que somos aficionados a la cocina exótica, vemos crecer en los supermercados las secciones dedicadas a productos de los distintos continentes, incluso aquellos con escasa aceptación para el gusto autóctono. Cualquier estudiante de marketing sabe lo que cuesta contar con un espacio en una estantería de una gran superficie para tu marca. Y ahí está la quinua andina y se vende. Porque no es que el cliente argentino se mate por "el mate", pero compra donde se vende mate.

En definitiva, parece que las empresas comerciales ganan la iniciativa de la integración a los responsables políticos, porque sólo las empresas que no se guían por el beneficio, están dispuestas a olvidar (no integrar) este importante mercado. Por lo visto, quizá los políticos sean los únicos que puedan permitirse ir en contra del beneficio colectivo. En el debate, no sólo se perdió la ocasión de promover un discurso integrador, pensando en las necesidades educativas y sanitarias de los que vivimos en España (autóctonos y extranjeros) o en cómo organizar el crecimiento demográfico en nuestras ciudades. También se desaprovechó la oportunidad para explicar cómo se va a orientar la aportación que la población inmigrante realiza a la economía como mano de obra, como consumidores y cotizantes a la seguridad social.

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